Parque de Karadjordge (Belgrado)

En otras entradas ya hablé de la llegada a Belgrado, los primeros pasos, dediqué otra algo extensa al Kalamegdam y su museo militar y otra al museo de Nikola Tesla. Ahora voy a seguir donde lo dejé y esta entrada lo voy a dedicar a las otras cosas que quedan ya que no he seguido un orden cronológico.

El parque desde la perspectiva del templo

Otro de los sitios que visitamos fue el parque de Karadjordge que se encuentra algo alejado del centro de la ciudad y se necesita hacer una buena caminata para llegar. Aún así, eso no significa que se encuentre a las fueras.

Estatua de Karadjordge con el San Sava detrás

Este parque debe su nombre a Djordje Petrovic, al que los turcos lo llamaban Karadjordge (Jorge Negro) por ser de tez morena. Este hombre de origen humilde se pasó toda su juventud haciendo resistencia en grupos rebeldes contra los otomanos que dominaban Serbia. Debido a la fama que fue adquiriendo, en 1804 fue elegido jefe de la rebelión.

La Biblioteca Nacional

Las luchas que dirigió desembocaron en la liberación de Belgrado en 1806. A pesar de su fama, fue asesinado por orden del príncipe Milos Obrenovic en 1817 porque, tras su victoria, había sido nombrado señor de Serbia y esto creo una gran rivalidad entre ambas familias.

Finalmente, Milos fue obligado a abdicar y el hijo de Karadjordge, Alejandro, heredó el trono. Así pues, se creó una nueva dinastía que perduró hasta 1945, aunque los Obrenovic volvieron al poder temporalmente hasta 1903. La dinastía Karadjodgevic sigue existiendo hoy en día y siguen pretendiendo el trono de Serbia.

El monumento a este hombre está visiblemente situado sobre un montículo delante de la Biblioteca Nacional. Además, el parque es el punto donde se encontraba el campamento del ejército que Karadjordge dirigió aquel año de 1806. Algunos soldados, caídos en la batalla, fueron enterrados en este lugar y se plantaron algunos árboles que dieron el origen a este parque. Alejandro, el hijo de Karadjordge, levantó ahí mismo un monumento dedicado a estos soldados en 1848, siendo el primer monumento público en Belgrado.

San Sava

Sin embargo, lo que destaca sobre todo, es el templo San Sava, el cual resulta bastante impresionante. No es para menos, es la Iglesia ortodoxa más grande de Europa y una de las más grandes del mundo, pero aún está sin terminar debido a múltiples adversidades y de que depende de donativos.

Estos serbios se apuntaron a la foto en cuanto supieron que casi todos éramos españoles

En teoría, fue construido justo donde fue incinerado San Sava por los turcos otomanos en 1595. San Sava fue el fundador de la Iglesia Ortodoxa Serbia y fue una figura muy importante durante ese período. Por ello, en el 300º aniversario, en 1895 se planificó la construcción de un gran templo en su honor. Se acabó construyendo una pequeña iglesia que, al final, fue trasladada a un lado para dejar sitio a la actual.

La pequeña Iglesia San Sava junto a su hermana de mayor tamaño

Durante los sucesivos años, fueron presentados varios proyectos, pero todos fueron rechazados. Hasta 1926 no se aceptó el proyecto presentado por el arquitecto Aleksandar Deroko y Bogdan Nestorovic, iniciándose la construcción en 1935.

El interior de la Iglesia pequeña

Debido a las continuas vicisitudes que se dieron entre la Segunda Guerra Mundial, el bombardeo de Belgrado y la Yugoslavia comunista de Tito, se avanzó muy lentamente y hasta el año 2003 no se terminó la parte exterior.

El interior del templo grande

Como nosotros entramos primero en la iglesia pequeña de al lado, nos esperábamos encontrar las mismas decoraciones, pinturas y el horror vacui tan característico de los templos ortodoxos. Así que nos sorprendimos al ver aquella gran cúpula desnuda y los andamios por todos lados.

Las personas que había dentro eran una mezcla de obreros, turistas y devotos, que tenían una pequeña zona habilitada para el culto en el ala izquierda. El día que se termine tendrá una capacidad para 10.000 personas. Hoy por hoy, la entrada a ambos sitios es gratuita, pero aceptan donaciones para poder terminar con la construcción algún día por fin.

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